martes, 14 de abril de 2015

Ecosistema terrestre

Ecosistemas terrestres


Los ecosistemas terrestres son los que se refieren a la vida de flora y fauna en el suelo o en el subsuelo de la corteza terrestre (también se incorpora el aire como parte integrante del mismo). Paralelamente, hay factores que afectan a estos ecosistemas: la temperatura, la altitud, la humedad y la latitud.
 
La característica principal de cualquier ecosistema terrestre consiste en la adaptación de los vegetales y animales al tipo específico de ecosistema en el que habitan. Esto se debe al principio de la evolución biológica descrito por Charles Darwin. Según este principio, los seres vivos se desarrollan de tal manera que van adaptándose al medio que les rodea.

En el conjunto del planeta hay una amplia variedad de ecosistemas terrestres: el desierto, el bosque húmedo, la sabana, la pradera o la tundra. En cada uno de ellos los elementos abióticos determinan el tipo de animales y plantas (su forma, tamaño y características).

Los ecosistemas terrestres tienen otro elemento que interviene en su equilibrio y desarrollo: el factor humano. El hombre interactúa con los ecosistemas terrestres a partir de acciones muy diversas: la actividad agrícola y ganadera, la industria, el transporte y el consumo energético. Estas actividades también forman parte de los ecosistemas de tipo terrestres y los ecólogos son quienes estudian la relación entre el ser humano y los diversos ecosistemas del planeta.

En las últimas décadas se han puesto en marcha todo tipo de campañas para intentar conservar la diversidad de ecosistemas. La motivación general de este conjunto de acciones es sencilla: hacer compatible el desarrollo humano y la preservación de los distintos ecosistemas. Si bien la idea es sencilla, no lo es tanto ponerla en práctica, ya que la economía y la ecología no siempre tienen intereses compartidos.
 
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Ecosistemas acuáticos



 Ecosistemas acuáticos

Hay dos tipos de ecosistemas, el terrestre y el acuático. Como su nombre indica, el ecosistema acuático es todo aquel que se desarrolla en un lugar con agua (ríos, lagos, pantanos, mares u océanos). Los animales y plantas que habitan estos lugares están adaptados a las condiciones del agua y a las condiciones que la naturaleza ha ido creando a través del proceso de selección natural de las especies.

El medio acuático es esencial en el equilibrio global del planeta. De hecho, dos tercios de la Tierra están cubiertos de agua. Una manera de clasificar los ecosistemas acuáticos es mediante la profundidad del agua. Donde hay una gran profundidad los seres vivos no reciben la luz solar, por lo que deben alimentarse de los depósitos que se acumulan en el fondo marino (esta capa profunda recibe el nombre de bentos). Otro de los niveles es el de las aguas libres (este ecosistema se denomina necton). Los seres vivos que habitan flotando en el agua conforman otro tipo de ecosistema, el plancton. Además de la profundidad como factor diferenciador de los ecosistemas, éstos pueden dividirse en función del tipo de agua (las aguas salinas se encuentran en los mares y océanos y las dulces en los ríos y lagos).
 
Cualquiera que sea la clasificación de los ecosistemas acuáticos, todos ellos tienen amenazas que atentan contra su equilibrio. El principal peligro de los ecosistemas acuáticos se encuentra en la actualidad en el cambio climático del planeta. El efecto invernadero y el cambio global del clima ya tienen efectos negativos en el medio acuático.
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Ecosistema artificial

Ecosistema artificial


Un animal depende de otros para su alimento y supervivencia y estos otros tienen igualmente otras dependencias nutritivas. Estos vínculos reciben el nombre de ecosistemas. Un ejemplo concreto sería el caso del felino, la gacela y el pasto. Los tres crean unas relaciones de tal manera que si hubiera una alteración (la intervención de cazadores, por ejemplo) el ecosistema natural deja de funcionar y el medio ambiente pierde su equilibrio espontáneo.

Un ecosistema es artificial cuando el modelo natural se aplica al margen de sus circunstancias de origen. El fin de estos ecosistemas es recrear o reproducir lo natural en un contexto no natural, es decir, artificial.

En los zoológicos se realizan este tipo de ambientaciones. No en un sentido estricto, porque no hay una cadena alimenticia, sino que el ecosistema artificial tiene un carácter estético, en cuanto que reproduce algún aspecto de la naturaleza. El concepto tradicional de zoo ha evolucionado y actualmente se tiende más a crear reservas naturales, donde la intervención humana provoca que haya un componente artificial en el ecosistema creado: la introducción de nuevas especies, medidas de seguridad para proteger a los animales y a las personas, control sanitario para la preservación de las especies, etc.
 
Los ecosistemas artificiales suponen una recreación de lo natural y obedecen a fines distintos. Hay un fin industrial y alimenticio, siendo el caso más conocido las piscifactorías, donde se alteran ciertas condiciones (la temperatura del agua, por ejemplo) para obtener un mayor volumen de peces. Otro de los propósitos de los ecosistemas artificiales es el ocio y el entretenimiento, habiendo varios ejemplos en esta línea: terrarios, arrecifes artificiales y otros.

En el ámbito del hogar hay un ecosistema artificial muy conocido: las peceras. Tienen unas características muy semejantes al ecosistema natural y la finalidad es de tipo decorativo.
La palabra artificial tiene en muchas ocasiones un sentido despectivo, como si lo artificial fuera inferior a lo natural. Esta idea es bastante discutible, porque todo lo humano tiene, por definición, un sentido artificial, ya que manipula lo natural. Pensemos en la ganadería, que representa un cambio en el ecosistema natural de los animales. Es una actividad artificial y se crea un ecosistema que no es espontáneo.